lunes, 19 de septiembre de 2011

CAPITULO II

Origen de los puntos vocales

Así, pues, el Alfabeto hebreo, sea cual fuere la forma de sus caracteres en la
época antiguísima en que Moisés escribió su obra, tenía siete vocales escritas;
además, tenía una vocal vaga ligada a cada consonante, y que he denominado a
causa de ello, vocal consonante. Pero por una serie de acontecimientos, que depende
de principios demasiado apartados de mi objeto para ser expuestos aquí, el sonido de
las vocales escritas se alteró, se materializó, se endureció, diríamos, y cambió de tal
suerte, que los caracteres que los expresaban se confundieron con las otras
consonantes. Unas vocales no ofrecieron más que aspiración más o menos fuerte,
desprovista de todo sonido vocal; otras convirtiéronse en las consonantes V y W; otra
se pronuncio ji, y otra tomó un acento ronco y nasal, que ningún carácter actual
puede expresar.
Si como decían muy bien los antiguos, las vocales son el alma y las
consonantes son el cuerpo de las palabras, la escritura hebrea, y en general todas
aquellas que dependen del mismo tronco primitivo, se convirtieron en una especie de
cuerpo, si no muerto, cuando menos en letargia, donde no residía más que un
espíritu vago, fugitivo y no lanzando más que resplandores inciertos. En esta época,
el sentido de las palabras tendía a materializarse como el sonido de las vocales, y
pocos lectores eran capaces de comprender el sentido primitivo. Nuevas ideas habían
cambiado su acepción, como nuevas costumbres habían cambiado la forma.
No obstante algunos sabios, y sobresaliendo entre los Asirios, los Caldeos,
casta letrada y sapientísima que enormemente ha sido confundida con el cuerpo de
la nación, algunos sabios caldeos decíamos, se percataron del cambio sucesivo que se
operaba en su lengua, y temiendo con justificada razón que, a pesar de la tradición
oral que trataban de transmitirse de los unos a los otros, el sentido de los antiguos
textos acabara por perderse completamente, buscaron un medio de fijar el valor de
los caracteres vocales, y sobre todo de dar a la vocal consonante sobrentendida, un
sonido determinado, que no dejara vacilar a la palabra al azar entre varias
significaciones.
Pues sucedió que al mismo tiempo que las vocales madres, es decir, aquellas
que estaban designadas por caracteres escritos, tornáronse consonantes, las
consonantes, por así decirlo, se habían vocalizado por medio de la vocal vaga que se
les había agregado. El gran número de ideas que se habían referido sucesivamente a
la misma raíz, había aportado tal concurso de vocales, que era imposible confundirla,
como antes, en el lenguaje hablado; y como el lenguaje escrito no ofrecía ningún
recurso en este aspecto, los textos volvíanse cada día más difíciles de comprender.
Ahora bien, veamos el medio que los Caldeos imaginaron para obviar la
confusión en constante aumento que provenía de la desviación de las vocales madres
y de la fijación de las vocales vagas. Inventaron un determinado número de
pequeños acentos, hoy llamados puntos-vocales, por medio de los cuales pudieron dar
a los caracteres del Alfabeto, bajo los cuales los colocaban, el sentido que estos
caracteres tenían en el lenguaje hablado. Esta invención muy ingeniosa, tuvo la doble
ventaja de conservar la escritura de los libros antiguos, sin operar ningún cambio en

la colocación de los caracteres literales, y permiten señalar la pronunciación tal como
el uso lo había introducido.
El punto llamado sheva, representado por dos puntos colocados
perpendicularmente bajo un carácter (F), significa que el carácter bajo el cual está
situado, carece de vocal si es una consonante, o permanece muda si es una vocal.
La consonante w lleva siempre un punto ya a la derecha del que escribe, para
expresar que tiene un sonido silbante como en inglés Sh, ya a la izquierda para
significar que no hace sino aspirarse como en francés. Esta diferencia es muy poco
importante; pero es esencial el notar que este punto substituye sobre el carácter w, al
punto vocal llamado cholem, o sea ô.
Además de estos puntos, cuyo objetivo fue fijar el sonido de las vocales vagas
y determinar el sonido vocal que quedaba inherente o que se ligaba a las vocales
madres, sea que estas hubieran permanecido en su naturaleza o que se hubieran
salido para convertirse en consonantes, los Caldeos inventaron como una especie de
punto inferior destinado a dar más fuerza a las consonantes o a las vocales madres
dentro de las cuales estaba inscrito. Dicho punto se denomina daghesh, cuando se
aplica a las consonantes y mappik, cuando se aplica a las vocales. El punto interior
daghesh, se inscribe en todas las consonantes, excepto en una. Es dulce en seis de
ellas, cuando son iniciales o van precedidas del punto mudo llamado sheva; es fuerte
en las restantes y aún en las mismas, cuando van precedidas de una vocal cualquiera;
su efecto es doblar su fuerza. Algunos gramáticos hebreos pretenden que este punto
inscrito dentro del cuerpo de la consonante, y que se pronuncia ordinariamente ph, le
da fuerza de la P simple; pero esto es rechazado enérgicamente por otros que
aseguran que los Hebreos, lo mismo que los Árabes, no han conocido jamás
articulación de nuestra P. Véase bien que no siendo mi objeto enseñar a pronunciar el
hebreo, me guardaré muy bien de entrar en estas disputas.
No importa, en efecto, saber para comprender el único texto hebreo que nos
queda, cuál era la articulación ligada a tal o cual carácter por los oradores de
Jerusalén; sino mejor cuál era el sentido que a estos caracteres daban Moisés y los
escritores que le imitaron.

La Lengua
Hebraica
Restituida
Fabre d’Olivet




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