La noticia de hoy es la siguiente sobre de si puede o no programar personas y otras entidades biológicas. Pues atención:
Investigadores de la Universidad de Yale
han identificado un engranaje genético clave que mantiene el reloj
circadiano de las plantas activo, un hallazgo que podría tener amplias
implicaciones para la agricultura mundial ya que podría hacer posible su
cultivo en cualquier estación del año. La investigación ha sido
publicada en septiembre en la revista ‘Molecular Cell’.
“Los
agricultores se ven limitados por las estaciones del año pero, a través
de la comprensión del ritmo circadiano de las plantas –que controla
funciones básicas tales como la fotosíntesis y la floración– sería
posible diseñar plantas que puedan crecer en diferentes estaciones y
lugares”, ha explicado Xing Wang Deng, profesor de Biología Molecular,
Celular y del Desarrollo en la Universidad de Yale y autor principal del
artículo.
El reloj
circadiano es el reloj interno que se encuentra en casi todos los
organismos, y que ayuda a sincronizar los procesos biológicos con el día
y la noche. En las plantas, este reloj es crucial para ajustar su
crecimiento al día, a la noche y a las estaciones del año.
El reloj
funciona a través de la cooperación entre los “genes de la mañana” y
los “genes de la tarde”. Las proteínas codificadas por los genes de la
mañana suprimen a los genes de la tarde al amanecer, mientras que por la
noche los niveles de estas proteínas caen, activándose entonces los
genes de la noche. Curiosamente, estos genes de la noche son necesarios
para activar los genes de la mañana, completando así el ciclo de 24
horas.
La
investigación de Yale ha resuelto uno de los últimos misterios que
quedaban sobre este proceso al identificar el gen DET1 como crucial a la
hora de suprimir la expresión genética de los genes de la noche en el
ciclo circadiano.
“Las
plantas que producen menos DET1 tienen un reloj circadiano más rápido y
necesitan menos tiempo para florecer”, explica On Sun Lau, coautor del
estudio, y añade que “conocer los componentes del reloj circadiano de la
planta y sus funciones ayudará en la selección y la generación de
características vegetales valiosas en las plantaciones y en el cultivo
de plantas ornamentales”. ( fuente/ EP)
Unos consejos:
Qué opina
de su auto programación? De ahora en adelante, propongase programar su
mente con actitudes que le permitan aprovechar al máximo su potencial.
Pero por favor- programese su vida y su mente usted mismo, que no se
intervengan de forma artificial o artificiosa, y no vaya a ser que se
crea que es usted pdueño de sus acciones y en realidad se la hayan
programado.
Por tanto, vamos allá:
Cuando se encuentre frente al espejo o
cuando vaya en su automóvil, o en cualquier momento, utilice expresiones
como las siguientes:
__ Soy una persona de éxito.
__ He nacido para triunfar.
__ Me gusta como soy.
__ Soy único.
__ Poseo un gran entusiasmo.
__ Sé hacia donde voy.
__ Me fascina ayudar a los demás.
__ Soy alguien en quien se puede confiar.
__ No hay nada imposible para mí.
__ Respeto a los demás.
__ Gozo de paz interior en mi vida.
__ Doy gracias por ser quien soy.
__ Amo lo que hago.
__ Nunca invento excusas.
El secreto del éxito de los grandes
triunfadores puede ser resumido en estas simples palabras: “Te
convertirás en aquello en lo que piensas constantemente”.
Hay que entender que no estamos diciendo
que debemos bloquear nuestra mente a la realidad que nos rodea, o que no
debemos ser conscientes de los problemas que existen a nuestro
alrededor. Lo que tratamos de decirle, es que no hay necesidad de
bombardear nuestra mente con altas dosis de información negativa, para
sentir que somos conscientes de los problemas que nos aquejan a todos.
Para cuidar la manera como nos expresamos con los demás y hacia nosotros mismos, traigamos a cuento lo que dicen los psicólogos:
“Una persona promedio habla consigo
mismo, ya sea mentalmente o en voz alta, 14 horas diarias bien sea
cuando vamos manejando, trabajando o en cualquier otra actividad que
realicemos, estamos revisando nuestras metas (objetivos), juzgando y
formando opiniones de otras personas, o criticando nuestro
comportamiento”.
El hablar consigo mismo, meditar,
reflexionar, o como quieran llamarlo, es una forma de programar y re
programar nuestra mente, de afirmar nuestros valores, creencias o
ideales acerca de diferentes situaciones o personas, o de formar
opiniones acerca de nosotros mismos.
Amigo, si de pronto le parece lo
anterior una exageración, le invitamos a que examine las siguientes
expresiones y marque aquellas que más haya utilizado, durante el último
año, seguro que encontrara algunas sorpresas:
__ Nunca recuerdo nombres.
__ Le aseguro que no va a funcionar
__ ¡Que mala suerte la mía!
__ ¡Yo si soy muy de malas!
__ Nada me sale bien.
__ Definitivamente, este no es mi día
__ Nunca se me ocurre que decir.
__ Me ha sido imposible dejar de fumar.
__ Siempre, alguien se me adelanta.
__ Voy de mal en peor.
__ Odio mi trabajo.
__ Lo veo demasiado difícil.
__ A mi nada me sale bien
__ Ojalá no me salga mal.
__ Yo no puedo hacer nada al respecto
Desarrollamos una actitud positiva de la
misma manera que desarrollamos cualquier otra habilidad o destreza:
¡PRACTICA!… Esta es la clave para desarrollar una actitud positiva.
Entonces, proyectemos aquellas actitudes
positivas que reposan en nuestro subconsciente y daremos salida a esos
sentimientos positivos, a ese optimismo, a ese entusiasmo que una gran
mayoría de nosotros llevamos dentro, pero que no lo proyectamos por que
caemos victimas de las influencias negativas de otras personas.
Debemos emplear más tiempo en
profundizar los aspectos positivos de nuestra vida; es muy importante
que hagamos esto permanentemente y de manera constante.
Tan pronto como la persona comienza a
cambiar, su medio comienza a cambiar. Es así de sencillo, una gran
actitud produce grandes resultados: una buena actitud, buenos
resultados; una pobre actitud produce pobres resultados. El primer paso
debe ser comenzar por eliminar esta última actitud.
Una actitud mental positiva no lo
convertirá en el más rápido, el más inteligente, el más fuerte. No
eliminara todos los problemas, pero si le permitirá aprovechar al máximo
su potencial y obtener los mejores resultados. fuente/ Genios Siglo XX)
LAS PATENTES DEL ADN CREAN MONOPOLIOS EN LOS ORGANISMOS VIVOS
El Concejo Para una Genética Responsable (Council for Responsible Genetics, CRG)
Células, bacterias e incluso extractos de plantas han sido patentados.
GENES A LA VENTA
Células del bazo humano … ratones que
están genéticamente predispuestos al cáncer … bacterias que pueden
digerir aceites o petróleo … un extracto de un árbol nativo de la India …
Estos ejemplos poseen por lo menos dos características en común:
-
Ellos están derivados de organismos vivos; y
-
Ellos han sido patentados como “inventos humanos.”
Han sido asignadas patentes a partes o a todo un organismo viviente.
El rápido desarrollo de la
biotecnología en la última década ha permitido a las corporaciones y a
los científicos alterar el trabajo único de la naturaleza para su
explotación comercial. Una estrategia importante para la explotación
privada en esta área es el obtener los derechos de patente sobre un
organismo o sobre sus partes. Dado que estos desarrollos afectan a toda
la sociedad, debemos decidir si alguna corporación, institución o
individuo puede tener el derecho de posesión sobre la vida.
¿Por qué patentar?
Las patentes aseguran ganancias a través de los monopolios.
Históricamente, las patentes se
desarrollaron para asegurar que los inventores pudieran compartir o
participar en las ganancias monetarias y en los beneficios derivados del
uso de sus invenciones. Con el desarrollo de la corporación moderna,
los derechos de patente fueron siempre asignados a la compañía en vez de
a un individuo. Esto le da al dueño de la patente una forma de control
de monopolio por 20 años después de haber presentado la patente y crea
una forma legal de limitar la competencia. En general, los
inversionistas privados consideran a esos monopolios como favorables a
sus intereses, de manera que en muchas industrias las patentes ayudan al
desarrollo de nuevos productos.
Las primeras patentes sobre la vida
Desde 1980, las formas de vida dejaron de ser consideradas productos naturales para ser ahora comodidades o productos.
Por más de doscientos años, los
organismos vivos han sido excluidos de las leyes de patentes; las formas
de vida fueron consideradas como “un producto de la naturaleza” y no un
invento humano. El estatus no patentable de los organismos cambió en
1980 con el caso mayor Diamond vs. Chakrabarty de la Corte Suprema de
los EE.UU. La corte decidió, por decisión dividida 5 a 4, que una
variedad de bacteria que había sido modificada por la inserción de
nuevos genes era patentable, dado a que no ocurría naturalmente. Los
genes foráneos le daban a la bacterias la habilidad de descomponer a los
hidrocarburos y sus “inventores” esperaban que esto sería útil en la
limpieza de derrames de petróleo.
Hoy en día es posible patentar a especies enteras de microorganismos.
Las sociedades industriales siempre han
permitido la pertenencia de animales individuales. Sin embargo, hasta
muy recientemente, ninguna corporación, institución o individuo podía
tener derechos a una variedad o especie completa de organismos, ni
tampoco podían patentar a componentes de esos organismos, tales como
células, genes o proteínas. Todos estos elementos son parte de nuestra
herencia viva global. El permiso de obtener derechos de patente sobre
microorganismos y la presión creciente de las industrias de
biotecnología comenzaron una progresión peligrosa hacia las patentes
sobre formas de vida más complejas.
Patentes sobre la vida
Los ratones genéticamente modificados han sido patentados como “invenciones.”
-
Patentes sobre la vida animal: en
1988, un biólogo de la Universidad de Harvard recibió una patente sobre
un ratón que había sido modificado para aumentar su susceptibilidad al
cáncer. El “Oncoratón de Harvard” se convirtió en el primer animal
considerado como un invento por la Oficina de Patentes y Marcas
Registradas de los EE.UU. Este caso estableció un precedente dentro de
los procedimientos de patente para poder patentar a animales
genéticamente modificados. A pesar de que esta investigación tenía como
propósito el beneficio a la salud humana, la duda aún existe sobre la
ética de patentar a organismos vivos complejos. El Congreso de los
EE.UU. nunca ha abordado explícitamente la cuestión de si los genes y
las células animales pueden ser propiedad de una corporación.
Otra persona puede ser dueño de tus genes, células o tejidos.
-
Patentes sobre la vida humana: Un
aspecto alarmante del patentado de la vida es el patentado de los
genes, las líneas celulares y los tejidos humanos. Los abogados de
patentes de las corporaciones han presionado a la Oficina de Patentes
diciendo que estos “productos de la naturaleza” son patentables una vez
que ellos han sido aislados para producir una forma que no existe fuera
del laboratorio. Por ejemplo, en 1976, un paciente con leucemia llamado
John Moore tuvo una operación en la Universidad de California para que
se le removiera su canceroso bazo. La Universidad recibió más tarde una
patente sobre una línea celular llamada “Mo,” proveniente del bazo
mencionado, la cual podía ser usada para producir proteínas de valor. El
valor comercial a largo plazo de esta línea de células se estimó en más
de mil millones de dólares. El Sr. Moore demandó por el regreso y el
control de sus fragmentos corporales (las células), pero la Corte
Suprema de California decidió que él no tenía ningún derecho sobre sus
propias células luego de que éstas fueron removidas de su cuerpo.
El intercambio de semillas y de algunas plantas ya no es posible porque ellas han sido patentadas.
-
Patentes sobre cultivos alimenticios: Los
agricultores norteamericanos y los consumidores a lo largo de este
siglo han luchado en contra de la inclusión de cultivos alimenticios
bajo la legislación de patentes. El control por parte de corporaciones
sobre las variedades de las plantas ha sido considerado contrario al
interés de la población en general. El patentar a la vida vegetal
también intensificará la inigualdad entre las naciones en desarrollo y
las naciones industrializadas. El intercambio abierto de semillas y de
material vegetal durante varios siglos le ha dado a los EE.UU. y a
Europa alimentos tales como las papas y los tomates de Latinoamérica, la
soya de la China y el trigo, el centeno y la cebada del Medio Oriente,
para nombrar a unos pocos. El mundo en desarrollo nunca ha recibido
compensación o reconocimiento por estas contribuciones intelectuales y
tecnológicas. El patentado de la vida vegetal va a exacerbar esta
inigualdad. Mientras que las innovaciones logradas a lo largo de los
siglos por agricultores indígenas han creado a la mayoría de los
cultivos que se producen hoy en día, los pequeños ajustes de las
compañías agrícolas les permiten obtener derechos sobre una planta como
si fuera su propio invento, y recibir así todas las ganancias de su uso.
Este “biocolonialismo” continuará el patrón de varias corporaciones
transnacionales que actualmente se benefician a costa de un gran número
de agricultores indígenas.
La bioprospección, o la recolección de productos naturales, es ahora un gran negocio.
La búsqueda de nuevos genes a ser
explotados para obtener ganancias monetarias es considerada como una
vasta frontera nueva para la ciencia y para la industria. Los
“bioprospectores” están minando los ricos recursos genéticos del Tercer
Mundo en busca de compuestos farmacéuticos y de otros productos, a
menudo utilizando el conocimiento indígena como su guía. Como resultado,
las comunidades indígenas pueden terminar pagando derechos o regalías
por productos basados en las plantas y en el conocimiento que ellos han
venido utilizando por siglos.
Buscando por todo el mundo
¿Son necesarias las patentes para proveer incentivos a los científicos y a la industria?
A medida que se identifican nuevas
secuencias del ADN en nuestros cromosomas, los científicos con
tendencias empresariales están solicitando patentes para poder tomar
derechos exclusivos sobre la investigación y la ganancia monetaria que
pueda venir de estas miles de secuencias genéticas. La Organización del
Genoma Humano (HUGO, en sus siglas en inglés) es una organización
internacional por membresía, formada por científicos individuales
dedicados a coordinar los esfuerzos en la investigación genómica.
Recientemente, HUGO preparó un comunicado en favor de los derechos de
aquellos que han determinado las funciones biológicas o los productos de
los genes para patentar su trabajo. Ellos declaran que las patentes son
necesarias para proveer incentivos financieros a los científicos para
que lleven a cabo investigaciones significativas. La pregunta es,
¿Tienen derecho los biólogos moleculares a poseer a los genes de sus
investigaciones?
Un proyecto de banco de genes busca preservar los genes de culturas que están desapareciendo.
Un proyecto asociado con HUGO es el
Proyecto de Diversidad del Genoma Humano. Designado por sus críticos
como el “Proyecto Vampiro” este estudio busca tomar muestras de sangre,
pelo y células provenientes de hasta 700 comunidades indígenas de todo
el mundo. La meta expresada es la de obtener información genética de
comunidades indígenas que se están “desvaneciendo” antes de que esta
gente desaparezca como resultado de la industrialización y de la
represión política. Muchos grupos indígenas están indignados por la idea
de que los científicos puedan patentar sus genes sin el consentimiento
de las comunidades de origen. Todos los grupos meta están de acuerdo en
que el objetivo de la preservación cultural puede lograrse por métodos
mejores que simplemente mantener sus genes congelados en un museo de
tejidos de laboratorio. El Jefe Leon Shenandoah del Concejo Onondaga de
Jefes dijo en una carta a la Fundación Nacional de Ciencias de los
EE.UU.: “Si existe una preocupación sobre nuestra desaparición, entonces
ayúdennos a sobrevivir bajo nuestros propios términos.”
El árbol de Gandhi: un caso de biopiratería
El árbol de neem, nativo del
sub-continente de la India, tiene una miríada de aplicaciones en la
medicina ayurvédica tradicional de la India, en la medicina tibetana, en
la agricultura y en el uso doméstico, así como también en sentido
simbólico como el “árbol favorito de Gandhi.” Sus usos beneficiales se
conocen a lo largo de la India. Su nombre científico, Azadirachta
indica, se deriva del persa, donde quiere decir “el árbol gratis” dado
que hasta las familias más pobres tienen acceso a sus propiedades
beneficiales.
Una corporación trató de patentar un compuesto del árbol de neem, la cual provee beneficiosos a grandes poblaciones.
Sin embargo, es posible que los
ciudadanos de la India puedan requerir en un futuro cercano que se les
paguen regalías sobre los productos producidos del neem, dado que una
patente ya ha sido otorgada a una compañía de los EE.UU. llamada W.R.
Grace sobre un compuesto del árbol (la azadiractina) usado en la
producción de un biopesticida. En 1993 más de 500.000 agricultores del
Sur de la India hicieron una demostración en protesta de las patentes
foráneas sobre plantas como el neem y comenzaron así un movimiento
nacional de resistencia. Bajo los acuerdos de mercado libre tales como
el GATT (Acuerdo General sobre Tarifas e Intercambio, o General
Agreement on Tariffs and Trade), los países del mundo en desarrollo
sentirán una fuerte presión para implementar sistemas de patentes
similares a las de los EE.UU. Las corporaciones multinacionales pueden
obtener grandes ganancias con sus “descubrimientos” mientras
simultáneamente privar a las comunidades que han desarrollado y
mantenido este conocimiento por siglos de la capacidad de decidir cómo
les gustaría utilizar sus propios conocimientos y sus propias especies
nativas.
La CRG se opone a todo tipo de patentes sobre la vida
Las patentes sobre formas de vida hacen daño a la investigación, a las economías indígenas y a la diversidad genética.
Ningún individuo, institución o
corporación debería tener el derecho de reclamar como suya a las
especies o variedades de los organismos vivos. Tampoco deberían ellos
poder tener patentes sobre órganos, células, genes o proteínas, ya sea
que ocurran naturalmente, o que sean genéticamente alteradas o
modificadas de otras maneras. Nuestras razones son las siguientes:
-
Las patentes hacen que productos
importantes se hagan más costosos y menos accesibles. La industria de la
biotecnología declara que las patentes son necesarias para que se
puedan desarrollar tecnologías innovadoras que puedan salvar vidas. En
realidad, las patentes le permiten a las compañías crear monopolios
sobre productos, permitiendo los precios artificialmente altos. Como
resultado, productos como drogas o medicinas son vendidos a precios
fuera del alcance de muchos de los que las necesitan.
-
Las patentes en la ciencia promueven
los secretos e interfieren con el intercambio de información. Al
patentar los productos de las investigaciones, se reduce el libre
intercambio de ideas y de información necesarias para los esfuerzos
científicos en colaboración. Los materiales científicos requeridos para
la investigación se hacen más costosos y difíciles de obtener si una
corporación posee los derechos al material.
-
Las patentes explotan a las
investigaciones pagadas por los contribuidores de impuesto. El
desarrollo de la biotecnología se apoya en 50 años de investigación
biomédica financiada por fondos federales. Las corporaciones pueden
obtener ganancias de sus productos patentados al cobrar precios altos a
los ciudadanos cuyos impuestos apoyaron a las investigaciones y al
desarrollo de los mismos productos. En forma injusta, se le está
diciendo a los ciudadanos que paguen dos veces por las medicinas y por
los productos.
-
Las patentes promueven políticas
agrícolas insostenibles y desiguales. Un resultado de las patentes sobre
los cultivos alimenticios podría ser un declive desastroso en la
diversidad genética. La diversidad genética inherente en los sistemas
vivos hace difícil la defensa de demandas sobre patentes. El desarrollo
de organismos genéticamente uniformes haría más fácil a las
corporaciones el mantener sus reclamos sobre patentes. Las compañías de
biotecnología que poseen patentes de amplio espectro sobre cultivos
alimenticios pueden atraer a los agricultores a crecer variedades
modificadas bajo la promesa de rendimientos más altos y de resistencia a
las enfermedades. Sin embargo, existen numerosos ejemplos en todo el
mundo que muestran que estas variedades “mejoradas” han fallado en
cumplir las promesas de las corporaciones, llevando a la pérdida de la
rica diversidad de variedades de los cultivos tradicionales.
-
El patentado por parte del “Primer
Mundo” de los recursos genéticos del “Tercer Mundo” constituye un robo
de los recursos comunitarios. Las patentes obtenidas por los países
industrializados sobre recursos de países en desarrollo servirá al Norte
como un vehículo para acumular más riqueza a costa del ya empobrecido
Sur. Los microorganismos, las plantas, los animales y hasta los genes de
las poblaciones indígenas han sido patentados para la producción de
productos farmacéuticos y de otros tipos. Se considera como un robo el
requerir que las naciones en desarrollo le paguen regalías a los países
ricos industrializados por los productos derivados de sus propios
recursos naturales y de su propia innovación.
Conclusión: Las patentes en formas de vida son éticamente y moralmente inaceptables.
-
Las patentes sobre los organismos vivos
son moralmente objetables para mucha gente. El patentar a los
organismos y a su ADN promueve el concepto de que la vida es un producto
comercial y el punto de vista de que los organismos vivientes son
“máquinas productoras de genes” a ser explotados para la ganancia
económica. Si es ahora posible considerar a un animal modificado como un
invento, ¿no seguirán pronto las patentes y el mercadeo de las células
reproductivas humanas? Las patentes se derivan de los conceptos de
innovación individual y de posesión, los cuales pueden ser conceptos
extraños para las culturas que enfatizan el compartimiento de los
recursos comunales y el libre intercambio de semillas y de
conocimientos.
El Concejo para una Genética Responsable (CRG),
fundado en 1983, es una organización nacional (EE.UU.) sin fines de
lucro formada por científicos, voceros de la salud pública, doctores,
abogados, ambientalistas y otros ciudadanos conscientes. El CRG
monitorea el desarrollo de nuevas tecnologías genéticas en dos áreas
principales: la genética humana y la biotecnología comercial y el medio
ambiente. El trabajo actual de la CRG incluye la creación de un modelo
legislativo y la provisión de educación ambiental. Además, la CRG
publica un boletín bimensual llamado GeneWatch que continua el monitoreo
de los impactos éticos, sociales y ecológicos de la biotecnología.
© Abril 2000, Concejo para una Genética Responsable (Council
for Responsible Genetics). Reimpresión autorizada de un artículo de la
CRG. Por favor ver políticas de reimpresión
fuente/ hugofloreslaime.obolog.com
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