Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul
(Alice A. Bailey)
INTRODUCCIÓN
El tema de la curación es tan antiguo como las mismas edades y ha sido siempre
materia de investigación y de experimentación. Pero el correcto empleo de las fuerzas de
curación y de la facultad de curar está en su infancia. Solo en esta era y generación, es
posible, por fin, impartir las leyes de la curación magnética e indicar las causas de la
enfermedad –originadas en los tres cuerpos internos- que hoy devastan la estructura humana,
causan un sinfín de sufrimiento y dolor, y hacen que el hombre atraviese el portal que
conduce al mundo de la existencia incorpórea. Recién ahora el hombre ha llegado a un grado
de evolución de su conciencia en que puede comenzar a comprender el poder de los mundos
subjetivos y la nueva y vasta ciencia de la psicología es su respuesta a este creciente interés.
Los procesos de adaptación, eliminación y curación constituyen la preocupación de las
personas que piensan y sufren. Tenemos mucho que hacer, por lo tanto les pido que tengan
paciencia.
Cuando entramos en el reino de la curación, penetramos en un mundo de gran
conocimiento esotérico y de infinidad de conclusiones, y enfrentamos las formulaciones de
innumerables mentes, que en el transcurso de las épocas han tratado de curar y ayudar. El por
qué y el motivo de las enfermedades ha sido tema de un sinfín de investigaciones y
especulaciones y se han efectuado incontables deducciones categóricas respecto a la cura de
tales dolencias. También se han formulado innumerables métodos, técnicas, fórmulas,
prescripciones, variedad de manipulaciones y teorías. Todo esto sirve para colmar la mente
de ideas –unas correctas, otras erróneas- lo cual dificulta la entrada de nuevas ideas y la
asimilación, por parte de los estudiosos, de lo hasta ahora desconocido.
Los aspirantes pierden valiosos conocimientos si rehúsan abandonar lo que la mente
inferior estima. Cuando han logrado abrir su mente y estén dispuestos aceptar las nuevas
teorías e hipótesis, descubrirán que las antiguas y estimadas verdades, realmente no se
pierden, sino que son relegadas a su debido lugar en un esquema mayor.
Los iniciados de la Sabiduría Eterna son necesariamente sanadores, aunque quizás no
todos curen el cuerpo físico. La razón de ello es que todas las almas que han logrado cierta
medida de verdadera liberación son transmisoras de energía espiritual. Esto, automáticamente,
afecta algún aspecto del mecanismo utilizado por las almas con quienes entran en contacto.
Cuando empleo la palabra mecanismo en estas instrucciones, me refiero a los diferentes aspectos
del instrumento, el cuerpo o naturaleza forma, a través del cual las almas procuran
manifestarse, por lo tanto me refiero a:
1. El cuerpo físico denso, suma total de todos los organismos que lo componen; éstos
realizan las distintas funciones que permiten al alma expresarse en el plano físico u
objetivo, como parte de un organismo mayor, más grande e incluyente. El cuerpo
físico es el mecanismo de respuesta del hombre interno espiritual, y sirve para
poner esta entidad espiritual en armonía con el mecanismo de respuesta del Logos
planetario, esa Vida en la cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
2. El cuerpo etérico, tiene un fundamental objetivo, que consiste en vitalizar y
energetizar al cuerpo físico y así integrarlo al cuerpo de energía de la Tierra y del
sistema solar. Es una red de corrientes de energía, de líneas de fuerza y de luz.
Constituyó parte de la vasta red de energías que subyace en todas las formas,
grandes o pequeñas -micro o macrocósmicas. A través de estas líneas de energía
fluyen las fuerzas cósmicas, así como la sangre corre a través de las venas y
arterias. Esta constante circulación individual (humana, planetaria y solar) de
fuerza de vida a través del cuerpo etérico de todas las formas, es la base de toda
vida manifestada y la expresión de la esencial no separatividad de cada vida.
3. El cuerpo astral o de deseos (a veces denominado cuerpo emocional) es el efecto
producido por la interacción del deseo y de la respuesta sensible sobre el yo que se
halla en el centro, y el efecto resultante (en dicho cuerpo) se experimenta como
emoción, dolor, placer y todos los pares de opuestos. En ambos cuerpos, el cuerpo
etérico y el astral, reside el noventa por ciento de las causas de las enfermedades y
dolencias físicas.
4. El cuerpo mental, o esa cantidad de sustancia mental o chitta, que la unidad
humana individual puede utilizar e impresionar, constituye el cuarto mecanismo de
la serie, a disposición del alma. Recordemos también que los cuatro cuerpos
constituyen un solo mecanismo. El cinco por ciento de las enfermedades modernas
se originan en este cuerpo u estado de conciencia; quiero aclarar aquí que lo que
reiteran constantemente ciertas escuelas de curadores, de que la mente es la causa
de todas las enfermedades, aún no es un hecho comprobado. Dentro de un millón
de años, cuando la atención humana cambie su enfoque de la naturaleza
emocional a la mental, y cuando el hombre sea tan esencialmente mental como
hoy es esencialmente emocional, entonces las causas de las enfermedades deberán
buscarse en el reino de la mente. Hoy pueden atribuirse, excepto en pocos y raros
casos, a la falta de vitalidad o al excesivo estímulo, y a las esferas del sentimiento,
de los deseos (frustrados o excesivamente satisfechos) y también al carácter, a la
supresión o expresión de anhelos profundamente arraigados, a la irritabilidad,
placeres secretos y muchos impulsos ocultos, que emanan de la vida de deseo del
sujeto.
Este anhelo de ser y poseer, ha construido y está construyendo el mecanismo físico
externo de respuesta, y hoy está forzando a ese mecanismo, que fue construido expresamente
para fines físicos, a servir propósitos más subjetivos. Esto produce dificultades, y sólo cuando
el hombre comprenda que dentro de la envoltura física externa existen otros cuerpos que
responden a propósitos más sutiles, entonces veremos el gradual reajuste y la salud del cuerpo
físico.
De estas sutiles envolturas nos ocuparemos más adelante.
Naturalmente se preguntarán aquí: Qué plan general seguiré a medida que los instruyo
sobre las leyes de curación, esas leyes que guían a los iniciados y gradualmente reemplazarán
a los métodos físicos del actual arte de curar. Lógicamente querrán conocer la técnica especial
que -como curadores- deben aprender a aplicar tanto ustedes corno los que tratan de curar.
Delinearé brevemente la enseñanza que impartiré; señalaré dónde deben poner el énfasis,
cuando comiencen a estudiar este tópico.
Primero, me ocuparé de las causas de las enfermedades, porque el estudiante esotérico
siempre ha de comenzar en el mundo de los orígenes y no en el mundo de los efectos.
Segundo, elaboraré los siete métodos de curación que rigen el “trabajo de restitución”
(denominado así en la terminología esotérica) tal como lo practican los iniciados del mundo.
Estos métodos determinan las técnicas que deben ser empleadas. Se observará que tales
métodos y técnicas están condicionados por los rayos, (sobre los cuales ya he escrito) * y por
lo tanto el curador debe considerar no sólo el rayo a que pertenece, sino también el rayo del
paciente. Existen en consecuencia siete técnicas de rayo y éstas requieren una elucidación
antes de poder aplicarlas inteligentemente.
Tercero, pondré el énfasis sobre la curación psicológica y la necesidad de tratar al
paciente de acuerdo a su vida interna, porque la ley básica que fundamenta toda curación
ocultista puede decirse que es la siguiente:
LEY I
Toda enfermedad es el resultado de la inhibición de la vida del alma.
Esto es verdad para todas las formas de todos los reinos. El arte del curador
consiste en liberar al alma, a fin de que su vida pueda fluir a través del
conglomerado de organismos que constituyen una forma determinada.
Es interesante observar que el intento de los científicos de liberar la energía del átomo
es en general de la misma naturaleza que el trabajo del esotérico cuando se esfuerza por
liberar la energía del alma. En tal liberación se halla oculta la naturaleza del verdadero arte de
curar. Aquí hay una insinuación esotérica.
Cuarto, consideraremos el cuerpo físico, sus enfermedades y sus males, pero sólo
después de haber estudiado esa parte del hombre que se halla detrás del cuerpo físico denso y
lo rodea. De esta manera trabajaremos desde el mundo de las causas internas al mundo de los
acontecimientos externos. Veremos que todo lo que concierne a la salud del hombre tiene su
origen en:
1. La suma total de fuerzas, sentimientos, deseos y procesos mentales ocasionales
que caracterizan los tres cuerpos sutiles y determinan la vida y experiencia del
cuerpo físico.
2. El efecto que produce sobre el cuerpo físico la condición en que se halla la
humanidad corno un todo. Un ser humano es una parte integral de la humanidad;
un organismo dentro de un organismo mayor. Las condiciones existentes en el
todo serán reflejadas en la unidad-yo; y muchos de los males que el hombre sufre
hoy, son efectos de las condiciones existentes en el cuarto reino de la naturaleza,
no siendo el hombre responsable de ellas.
3. El efecto sobre su cuerpo físico, producido por la vida planetaria, expresión de la
vida del Logos planetario, una Entidad en evolución. Las implicaciones de esto
están más allá de nuestra comprensión, pero los efectos son discernibles.
No tengo mayor interés en entrenar individuos para que lleguen a ser curadores más
eficientes. Mi objetivo es que realicen las curaciones en forma grupal, pues me interesa el
trabajo realizado en esa forma. Ningún grupo puede trabajar como una unidad, a no ser que se
amen y sirvan mutuamente. La energía curadora de la Jerarquía espiritual no puede fluir a
través del grupo si hay desarmonía y crítica. El primer trabajo, en consecuencia, de cualquier
grupo de curadores, es establecer entre ellos una corriente de amor y trabajar mediante la
unidad y comprensión grupales.
Quisiera puntualizar aquí la necesidad de tener paciencia a medida que se va
integrando el grupo curador y las auras de sus miembros se fusionan. Llevará tiempo para que
las personas aprendan a trabajar juntas con perfecta comprensión e impersonalidad, y a la vez
lograr, durante su trabajo, una centralización que produzca el necesario ritmo grupal, un ritmo
de tal unidad e intensidad que el trabajo pueda sincronizarse internamente. A medida que los
aspirantes y estudiantes trabajen en estas líneas, deben entrenarse a pensar como grupo y dar
al grupo, sin mezquindad ni reticencias, lo mejor que hay en ellos y también el fruto de sus
meditaciones sobre tales cuestiones.
Podría agregar también que estas instrucciones deben ser en lo posible muy concisas.
Me esforzaré para poner en breves palabras muchas verdades e informaciones, a fin de que
cada frase trasmita alguna idea real y arroje verdadera luz sobre los problemas que enfrenta el
grupo de curación. Lo que diré se dividirá en dos partes: Primero, me ocuparé del trabajo
general de curación y enseñanza, y esto implica que he de impartir leyes, técnicas y métodos.
Segundo, me ocuparé del curador, y cómo puede perfeccionarse en el arte de curar.
¿No es verdad que el primer requisito para todo curador es establecer una simpática
armonía con el paciente, a fin de que el curador tenga una visión interna de la dificultad y
gane su confianza?
Magnetismo e Irradiación son dos palabras que encierran los requisitos para todos los
verdaderos curadores y deben esforzarse para adquirirlos. Un curador debe ser magnético
sobre todas las cosas y atraer hacia sí:
a. El poder de su propia alma; esto involucra alineamiento por medio de la
meditación individual.
b. A aquellos que él puede ayudar; esto involucra actitud descentralizada.
c. Esas energías que, cuando surge la necesidad, estimularán al paciente para que
inicie la actividad deseada. Esto involucra conocimiento ocultista y una mente
entrenada.
El curador ha de saber también en qué forma debe irradiar, porque la irradiación del
alma estimulará la actividad del alma del que debe ser curado, iniciándose el proceso de
curación; la irradiación de su mente iluminará la otra mente y polarizará la voluntad del
paciente; la irradiación de su cuerpo astral o emocional controlada y desinteresada, impondrá
un ritmo a la agitación del cuerpo astral del paciente, que le permitirá a éste actuar correctamente;
mientras que la irradiación del cuerpo vital, actuando a través del centro esplénico,
ayudará a organizar el cuerpo-fuerza del paciente, facilitando así la tarea de curación. Por lo
tanto el curador tiene el deber de ser eficaz y, de acuerdo con lo que él es, así será el efecto
que producirá sobre el paciente. Cuando un curador trabaja magnéticamente e irradia la fuerza
de su alma sobre el paciente, éste podrá lograr más fácilmente el fin deseado lo cual puede ser
la total curación o bien el establecimiento de un estado mental que le permitirá seguir
viviendo con su dolencia, sin verse obstaculizado por las limitaciones kármicas del cuerpo, o
quizás pueda liberarse debidamente (con alegría y facilidad) del cuerpo y obtener la completa
salud a través del portal de la muerte.
Curación Esotérica
Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul
(Alice A. Bailey)
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